El testimonio del adulto y la vida de grupo: pilares de la educación en valores

Como hemos expresado previamente, el camino hacia la autonomía moral tiene mojones y, como en toda marcha, se presentarán gran cantidad de escollos que, si se sortean exitosamente, contribuirán a alcanzar el perfil de egreso del Movimiento Scout, es decir: una persona autónoma, responsable, solidaria y comprometida que desarrolle una concepción adulta de la Ley Scout.
Las dos bases en que se apoya la educación en valores del Movimiento Scout para avanzar hacia la autonomía moral son, por un lado, el testimonio de los dirigentes y por el otro, la vida de grupo, especialmente la pertenencia a pequeños grupos.
Lo valioso del Método Scout es que los dos pilares mencionados interactúan y se potencian para avanzar en la dirección correcta.
Vivir la Ley Scout: El testimonio de los dirigentes aporta modelos con los cuales el joven se puede identificar y le ejemplifican los valores de la vida. Como hemos visto, la Ley expresa un decálogo de valores esenciales que el dirigente presenta a los jóvenes en una manera adaptada a la madurez de su edad.
La vida de grupo y los organismos de rama: La metodología de cada sección y, particularmente la interacción en los pequeños grupos, ofrece un espacio donde discutir y acordar reglas dentro de un grupo de pares. El acuerdo y discusión sobre dichas reglas permiten explorar esos valores de manera palpable y le facilitan asumir el compromiso personal realizado al formular su Promesa.
Sin duda hay mucho más para reflexionar sobre este elemento central del Método Scout que definimos como “Una Promesa y una Ley” (la adhesión voluntaria a los valores expresados en una Ley y una Promesa), pero vamos a poner aquí un punto aparte en las 25 entradas que le hemos dedicado al tema para empezar a bucear en los otros elementos a partir de la próxima entrada.
Siempre listo, rodrigo
Rodrigo Gonzalez Cao


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