Las actividades contribuyen al logro de los objetivos educativos de manera paulatina, secuencial y acumulativa

En este punto de nuestro análisis del segundo elemento del Método Scout al que hemos llamado el "aprendizaje por la acción" estamos en condiciones de romper con un mito muy arraigado entre nosotros.
Cuando empezamos a "programar" las actividades de nuestra sección siempre soñamos que casi mágicamente al realizar una determinada actividad, si hacemos todo bien, vamos a lograr tal o cual objetivo educativo con los jóvenes.
Pero, como una misma actividad puede generar diferentes experiencias en cada uno de los jóvenes que participan en ella, no todos van a obtener lo mismo de ella.
En consecuencia, ¡entre las actividades y los objetivos educativos no existe una relación directa e inmediata!
Como hemos analizado en entradas previas, la realización de una actividad no produce automáticamente el logro de un determinado objetivo educativo.
Las actividades que se realizan, a través de las sucesivas y variadas experiencias que generan en los jóvenes, contribuyen progresivamente a que cada uno de ellos logre sus objetivos personales. Pero este es un proceso gradual y paulatino.
La imagen que me viene a la mente es de un niño jugando que va acumulando granitos de arena en un balde en la playa hasta que lo llena.
Esto significa que al término de una actividad lo único que podemos evaluar es la actividad misma.
La evaluación del desarrollo personal de cada joven, es decir, de su progresión, sólo será posible cada cierto tiempo.
Por eso, generalmente la mayoría de los Grupos Scouts la realizan al final de cada Ciclo de programa.
Al evaluar objetivos de crecimiento se está midiendo madurez y la madurez de la persona es un estado de plenitud al que se llega por medio de un proceso de desarrollo paulatino, secuencial y acumulativo. No es algo instantáneo que aparece de un día para el otro como si dieramos vuelta una página o un hada invisible nos tocara con su varita mágica.
Llegados a este punto, en la próxima entrada estamos en condiciones de complicarlo un poco. Vamos a pensar juntos sobre lo que Baden-Powell hace 100 años llamaba “autoeducación” y hoy algunos llaman “potencial de aprendizaje”, “metaprendizaje”, aprender a aprender, a desaprender y a reaprender.
Siempre listo, rodrigo

Rodrigo Gonzalez Cao

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