El llamado vocacional personal

Hace rato venimos reflexionando en qué consiste el concepto “programas atractivos basados en actividades variadas centradas en los intereses de los jóvenes”.

Todo lo que hemos desarrollado sobre objetivos educativos y progresión personal tiene como fin la construcción del proyecto de vida del joven, tarea que en la vamos aportando pequeños "granitos de arena" en cada edad y en cada rama y no solamente en la etapa rover.

La construcción del proyecto de vida y la definición de la identidad de cada joven se apoya en algo muy difícil en estos tiempos: la identidad vocacional.

Es nuestra convicción que esta identidad, la vocacional, condiciona todo el resto de las identidades, la sexual, la política, la religiosa, etc.

En el Movimiento Scout la identidad vocacional, entre otros espacios, se trabaja preferencialmente (aunque no exclusivamente) desde la propuesta de las Especialidades.

De nuestra visitas territoriales hemos comprobado que el trabajo de Especialidad es algo que está muy descuidado en algunos grupos de nuestra asociación y, que no es valorado como parte del “programa atractivo basado en actividades variadas centradas en los intereses de los jóvenes”.

Para que exista en el joven un interés por el llamado vocacional personal es necesario venir haciendo desde mucho tiempo antes y en forma progresiva un llamado general.

Ese llamado general, comienza al formular la Promesa Scout, y, leyendo más allá del texto frío de la Ley Scout es una convocatoria a ser "ciudadanos activos", cultivando aquellos valores que caracterizan al ser humano en cuanto tal.

En este punto ya nos hemos referido previamente al concepto original de Baden-Powell sobre "ciudadanía activa" en sus primeros escritos y cómo luego las posteriores traducciones y los "libros complementarios" de los años siguientes fueron torciendo esa orientación hacia una "ciudadanía pasiva", "menos peligrosa" que convirtió a los scouts en el imaginario social en meros espectadores de la vida político-social y, en el mejor de los casos, en "jóvenes buenitos" que ayudan a las ancianas a cruzar la calle o ayudan en los actos cívicos y religiosos de la comunidad barrial.

Nada es casual, nuestra sociedad ha vivido tensiones en los últimos 70 años tironeos donde se alertaba del peligro de que los jóvenes caigan en el fascismo, o en el otro extremo, en el comunismo.

Como consecuencia de dichas tensiones, las asociaciones scouts "esterilizaron" la ciudadanía activa y sus consecuencias para proteger a los jóvenes.

Retomar el concepto de "más scout para ser mejores ciudadanos" debiera ser releído en nuestros Grupos Scouts como el llamado a los niños, niñas y jóvenes para que desde pequeños salgan afuera de las cuatro paredes del cubil de Manada o el rincón de patrulla y empiecen a conocer las realidades de quienes nos rodean, no como una visita didáctica de alguien que mira del otro lado del vidrio, sino con la actitud de empezar, paso a paso, a involucrarse en llevar a quienes no tienen acceso a los mismos derechos que nosotros, el favor a alguien de cada día y la buena acción.

Si logramos que ese "salir afuera", conocer y, en consecuencia actuar se vuelva algo natural en las actividades, las posteriores Empresas de los Caminantes y los Proyectos de los Rovers tendrán mucho más impacto social en nuestra comunidad cercana, pero principalmente, estaremos sembrando en los niños, niñas y jóvenes la "semilla" del involucramiento en construir un mundo mejor de manera concreta a través del llamado vocacional personal de cada uno.

Sin dudas es importante sembrar la idea de que "el Scout es amigo de todos y hermano de todo otro Scout", pero lo que postulamos desde la Ley y la Promesa luego debe sostenerse durante todo su recorrido por las diferentes ramas y grupos de edad en cada una de las actividades que realizamos.

Y este punto también es importante marcar el rol protagónico que deben asumir los niños, niñas y jóvenes en la propuesta y selección de actividades y su posterior organización y evaluación, con el acompañamiento atento de los voluntarios adultos y siempre según su capacidad y edad.

Cuando al final de la etapa rover fracasamos en nuestras experiencias vocacionales con los jóvenes, algunas veces se debe a que queremos que abracen valores propios de una vocación específica, cuando aún no han desarrollado las cualidades y actitudes inherentes al ser hombre o ser mujer.

La semana próxima seguimos reflexionando juntos sobre los pasos hacia la definición del proyecto de vida como leitmotiv de la etapa rover.

Siempre listo, rodrigo
Rodrigo Gonzalez Cao

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