Entre Escila y Caribdis, la búsqueda de la madurez

“Hay ahí una higuera silvestre grande y frondosa, y a su pie la divinal Caribdis sorbe la turbia agua. Tres veces al día la echa fuera y otras tantas vuelve a sorberla de un modo horrible. No te encuentres allí cuando la sorbe pues ni el que sacude la tierra podría librarte de la perdición. Debes, por el contrario, acercarte mucho al escollo de Escila y hacer que tu nave pase rápidamente; pues mejor es que eches de menos a sus compañeros que no a todos juntos.
Así se expresó; y le contesté diciendo: —Ea, oh diosa, háblame sinceramente. Si por algún medio lograse escapar de la funesta Caribdis, ¿podré rechazar a Escila cuando quiera dañar a mis compañeros?
Así le dije, y al punto me respondió la divina entre las diosas:
—¡Oh, infeliz! ¿Aún piensas en obras y trabajos bélicos, y no has de ceder ni ante los inmortales dioses? Escila no es mortal, sino una plaga imperecedera, grave, terrible, cruel e ineluctable. Contra ella no hay que defenderse; huir de su lado es lo mejor. Si, armándote, demorares junto al peñasco, temo que se lanzará otra vez y te arrebatará con sus cabezas sendos varones. Debes hacer, por tanto, que tu navío pase ligero, e invocar, dando gritos, a Crateis, madre de Escila, que les parió tal plaga a los mortales y ésta la contendrá para que no os acometa nuevamente.”
 
Luego de zafar del canto de las sirenas, el barco de Ulises tiene que atravesar un estrecho muy angosto, evitando no encallar y, además no caer en las fauces de Escila y Caribdis.
 
Siguiendo con los paralelismos que venimos trazando, antes, la juventud era una transición corta entre la niñez y la adultez. Ahora se ha atrasado su final: ¿Cuándo acaba la juventud? ¿Cuándo se asume la adultez? ¿Es factible definir el proyecto de vida en la Rama Rovers?.
 
Aunque el paralelo no sea muy feliz, les pido me permitan sugerir que Escila y Caribdis representan la niñez y la adultez, pero, a diferencia de Ulises, más que un estrecho angosto, nos encontramos con márgenes muy lejanos, algo así como el “mar dulce” de Solís, un “Río de La Plata” muy ancho...
 
La sensación de inestabilidad e inmadurez se vuelve permanente durante muchos años, perpetuándose sus rasgos: el no asumir responsabilidades, la “provisoriedad” de todo lo que se emprende, la “falta de compromiso”, el permanente cambio de rumbo en las decisiones que se toman, el temor a asumir un compromiso estable.
 
El desafío del Movimiento Scout pasa por traer certezas ante ese mar tan amplio que desde una costa no se divisa la otra, ayudando al barco del propio proyecto personal de vida a encontrar un rumbo, para no seguir bandeándose de babor a estribor...
 
Siempre listo, rodrigo
Rodrigo González Cao

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